23 de diciembre de 2010

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Bueno, esto va a ser como tirarse a una piscina sin saber si hay agua en ella... Hace como siglos que empecé a escribir una historia larga que está aún sin acabar. La idea es ir poniendo un capítulo por semana a partir de hoy mismo. Me encantaría pensar que este es el piloto de "Dexter", pero me conformo con que no sea "Perdidos", que no hizo más que degenerar, o "Invasión", una serie muy chula que nos las dejaron a medias...

Foto cedida por Fefegg (copyright)


Lo primero que recuerdo es un pitido seguido de un pantallazo en blanco y una especie de "cataclak". A continuación un silencio sepulcral, un escalofrío recorriendo mi espalda, una sensación de vértigo que me hizo perder el equilibrio y precipitarme al vacío, sin nada a lo que aferrarme para volver a cualquiera que fuese mi realidad. Presa del pánico, desesperé tratando de recordar quién era o cómo había llegado hasta allí, pero mi cabeza estaba tan hueca como aquel pozo por el que caía a velocidad vertiginosa. Mi instinto, o lo poco que quedaba de él, me gritó que me preparara para el fuerte impacto que precedería a ese pantallazo en negro llamado "muerte". Sin embargo, los segundos y minutos fueron amontonándose sin que pasara nada. Cuando ya empezaba a dudar de que aquella caída fuera a tener un final, creí distinguir a lo lejos unas sombras grises, que al principio apenas podían diferenciarse del blanco imperante, pero que, poco a poco, fueron adquiriendo forma hasta dibujar claramente el contorno de tres figuras que se inclinaban sobre mí balbuceando. Sus voces distorsionadas me llegaban como ecos lejanos provenientes de una emisora de radio mal sintonizada. De modo que alargué mis manos buscando la rueda y cuando por fin la encontré la giré hasta lograr que esas voces se volvieran inteligibles.
- Hola, ¿sabes dónde estás? - me preguntó un cincuentón mal afeitado y algo sudoroso, embutido en una bata blanca.
Aquello era la habitación de un hospital, aquel tenía que ser un médico y yo debía de ser una de sus pacientes, postrada en cama por motivos que desconocía. Intenté incorporarme, pero ninguno de mis músculos obedeció aquella orden aparentemente tan sencilla.
- ¿Recuerdas algo del accidente? - me preguntó un viejo diminuto con gafas de cristales muy gruesos y enorme bigote blanco. No llevaba bata, ¿quién piiiiiiiiiii era?
- ¿Ké? - logré decir al tiempo que me sorprendía descubriendo el sonido de mi propia voz.
- Está confundida... - dijo entonces la mujer grandota disfrazada de enfermera que les acompañaba. - Quizás sea mejor que volvamos más tarde.
De modo que aquellos tres desconocidos, que luego supe que eran el doctor García, mi abuelo y la enfermera González se marcharon, dejándome sola en aquella habitación de un geriátrico en la que volví a nacer a la edad de veintiocho años. Me llamaba Eva y había sobrevivido milagrosamente a un accidente de tráfico que había reseteado mi cabeza. Pip.

6 comentarios:

pamp dijo...

Al fin!!!
Empieza fuerte, no se si podré aguantar una semana entera, quiero mas!!!!

San dijo...

Hey!!
Empieza muy bien... seguro que tienes muchas sorpresas en la manga para esta historia...eh? Enhorabuena! Qué buen comienzo. Un saludo!

Pilar dijo...

Me gusta mucho como escribes, seguiré la historia.

Dabid dijo...

¡Toma ya! esto es un principio y no los del JJ.
Llevaba mucho tiempo esperando y ahora me dejas así de intrigado...
¡Necesito maaaaaaas!

Natalia dijo...

Gracias a todos por los comentarios ;-) Espero que la cosa no decaiga :( Si todo va bien, iré poniendo un capítulo cada jueves... Así que muy pronto habrá más.

Magda dijo...

¡Chapéu! No esperaba menos. Tú nunca me defraudas. ¿Para cuándo la próxima entrega?